Gora by Rabindranath Tagore

Gora by Rabindranath Tagore

autor:Rabindranath Tagore [Tagore, Rabindranath]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Realista
editor: ePubLibre
publicado: 1910-04-22T16:00:00+00:00


CAPÍTULO XLI

En el periódico apareció un artículo acerca de un cierto entibiamiento del entusiasmo entre los miembros del Brahmo Samaj. En él se aludía claramente a la familia de Paresh Babu y, aunque no se mencionaban nombres, todos supieron inmediatamente a quién se refería el autor, cuya personalidad tampoco resultaba difícil de descubrir. Sucharita, haciendo un gran esfuerzo, consiguió leer el artículo en menudos fragmentos. Por el brío que demostraba en la tarea parecía decidida a no descansar hasta ver los pedazos reducidos a su más mínima expresión.

Fue en aquel momento cuando entró Haran en la estancia y se sentó a su lado, pero Sucharita estaba tan absorta en su trabajo que ni siquiera le miró.

—Sucharita —empezó Haran—, hoy tengo que hablarte de algo muy importante, y es preciso que me atiendas.

Sucharita continuó desmenuzando el periódico, y cuando no pudo ya seguir haciéndolo con los dedos, lo hizo con sus tijeras. Antes de que terminara, entró Lolita en la habitación.

—Lolita —dijo Haran—, tengo que hablar con Sucharita.

Pero cuando Lolita dio media vuelta para marcharse, su hermana la detuvo cogiéndola del vestido, a lo que Lolita protestó:

—¡Pero si Panu Babu quiere hablar contigo en privado!

Sucharita, sin hacer casi de sus palabras, la obligó a sentarse a su lado.

Haran era incapaz de captar tina indirecta, por lo que abordó el tema sin más preámbulos.

—Creo que nuestra boda no debe demorarse ya más. He hablado con Paresh Babu, y él dice que en cuanto des tu consentimiento podemos fijar la fecha. Así, pues, he decidido que el próximo domingo…

Pero Sucharita, sin darle tiempo a terminar la frase, dijo, sencillamente.

—No.

Haran quedó desconcertado por tan tajante y concisa respuesta. La muchacha le pareció siempre un modelo de obediencia, y en ningún momento imaginó que pudiera rechazar su proposición antes de que él hubiera tenido tiempo de formularla, y con aquella palabra tan escueta, además.

—¿No? —repitió él airadamente—. ¿Qué quieres decir con ese no? ¿Deseas que fijemos fecha más lejana?

—No.

—Entonces, ¿qué es lo que quieres decir? —balbuceó él, aturdido.

—No consiento en el matrimonio —respondió Sucharita, con la cabeza profundamente inclinada.

—¿Que no consientes? Pero ¿qué significan esas palabras?

Haran estaba estupefacto.

—Panu Babu —torció Lolita sarcásticamente—, al parecer, has olvidado tu lengua materna.

Haran lanzó a Lolita una mirada fulminante y le dijo:

—Más fácil me parece confesar que no entiendo ya mi lengua materna que admitir que durante todo este tiempo he interpretado mal las reiteradas frases de una persona que siempre me ha inspirado respeto.

—Requiere tiempo entender a la gente —observó Lolita—. Quizá esto rece también contigo.

—Nunca hubo la menor discrepancia entre mis palabras y mis actos —dijo Haran—. Puedo afirmar categóricamente que, por lo que a mí se refiere, no di ocasión a malas interpretaciones. Que diga Sucharita si no tengo razón.

Lolita iba a replicar cuando Sucharita la contuvo, diciendo:

—Lo que afirmas es cierto. Ni por un momento se me ocurrió echarte la culpa.

—Si comprendes que no tengo la culpa, ¿por qué me tratas de modo tan indigno?

—Tienes pleno derecho a llamarlo indigno —dijo Sucharita con firmeza—; pero



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